Autos bajo la lupa: precios contenidos y presión oficial en tiempos de apertura económica
Con aumentos por debajo de la inflación y advertencias públicas de Luis Caputo, las automotrices ajustan sus precios con cautela. La presión oficial, combinada con incentivos fiscales, busca evitar que la devaluación tras la salida del cepo se traslade al bolsillo del consumidor.
- El Gobierno argentino ha implementado una estrategia de presión pública para contener aumentos de precios en el sector automotor tras la devaluación del peso y la salida del cepo cambiario.
- Luis Caputo utiliza redes sociales para advertir a las empresas sobre el traslado de costos al consumidor.
- Las automotrices han aplicado aumentos moderados en mayo, por debajo de la inflación y el salto cambiario, con Nissan manteniendo precios sin cambios.
- El Gobierno busca mostrar control sobre los precios mientras consolida su plan de estabilización económica.
- Se ha establecido un 'pacto tácito' con el sector automotor para no exceder aumentos políticamente tolerables.
- La moderación en los precios también se debe a estímulos fiscales, como la eliminación del impuesto PAIS y la reducción de impuestos internos.
- El modelo de 'control sin controles' se basa en advertencias públicas y confianza negociada, evitando intervenciones tradicionales.
- El éxito de esta estrategia dependerá de la voluntad del sector privado y la estabilidad macroeconómica.
- La inflación sigue siendo alta y el tipo de cambio está en redefinición, lo que pondrá a prueba la eficacia de la gestión política de precios en los próximos meses.
En un escenario económico signado por la reciente salida del cepo cambiario y una devaluación del peso cercana al 9%, el Gobierno argentino ha desplegado una estrategia de presión pública para contener posibles subas de precios en sectores clave como el automotor. El ministro de Economía, Luis Caputo, ha recurrido sistemáticamente a redes sociales para señalar y advertir a empresas que intentan trasladar los efectos del nuevo régimen cambiario a los precios de venta.
En mayo, automotrices como Volkswagen, Renault, Toyota y General Motors aplicaron aumentos acotados, entre 1,3% y 1,5%, por debajo del índice de inflación de marzo (3,7%) y del salto cambiario. Nissan directamente mantuvo sin cambios su lista, mientras que Ford y Stellantis, luego de comentarios públicos de Caputo, recalibraron sus estrategias para no exceder esos niveles.
El mensaje político es claro: el Gobierno busca exhibir control sobre los precios pese al shock cambiario, mientras consolida su plan de estabilización. La "disciplina discursiva" que impone Caputo —usando redes como herramienta directa de intervención— ha generado una suerte de “pacto tácito” con el sector automotor: no aumentar más de lo políticamente tolerable.
La moderación en los aumentos se explica también por estímulos fiscales. Desde fines de 2023, el Ejecutivo eliminó el impuesto PAIS para importaciones del sector, redujo los impuestos internos y simplificó requisitos aduaneros, aliviando costos para las terminales. Esto facilitó contener los precios, incluso en un contexto donde más del 50% de la oferta local es importada y las autopartes extranjeras son fundamentales para la producción nacional.
El accionar del Gobierno ilustra un modelo de "control sin controles", basado más en la advertencia pública y la confianza negociada que en herramientas formales de regulación. Si bien esta estrategia evita medidas intervencionistas tradicionales, su éxito dependerá de la voluntad de los privados y de la estabilidad macroeconómica que el Ejecutivo busca consolidar.
Con la inflación aún elevada y el tipo de cambio en redefinición, los próximos meses pondrán a prueba la eficacia de este nuevo estilo de gestión política de precios. Por ahora, el sector automotor decidió acatar el mensaje oficial. Pero el margen es estrecho.