En un escenario económico signado por la reciente salida del cepo cambiario y una devaluación del peso cercana al 9%, el Gobierno argentino ha desplegado una estrategia de presión pública para contener posibles subas de precios en sectores clave como el automotor. El ministro de Economía, Luis Caputo, ha recurrido sistemáticamente a redes sociales para señalar y advertir a empresas que intentan trasladar los efectos del nuevo régimen cambiario a los precios de venta.

En mayo, automotrices como Volkswagen, Renault, Toyota y General Motors aplicaron aumentos acotados, entre 1,3% y 1,5%, por debajo del índice de inflación de marzo (3,7%) y del salto cambiario. Nissan directamente mantuvo sin cambios su lista, mientras que Ford y Stellantis, luego de comentarios públicos de Caputo, recalibraron sus estrategias para no exceder esos niveles.

El mensaje político es claro: el Gobierno busca exhibir control sobre los precios pese al shock cambiario, mientras consolida su plan de estabilización. La "disciplina discursiva" que impone Caputo —usando redes como herramienta directa de intervención— ha generado una suerte de “pacto tácito” con el sector automotor: no aumentar más de lo políticamente tolerable.

La moderación en los aumentos se explica también por estímulos fiscales. Desde fines de 2023, el Ejecutivo eliminó el impuesto PAIS para importaciones del sector, redujo los impuestos internos y simplificó requisitos aduaneros, aliviando costos para las terminales. Esto facilitó contener los precios, incluso en un contexto donde más del 50% de la oferta local es importada y las autopartes extranjeras son fundamentales para la producción nacional.

El accionar del Gobierno ilustra un modelo de "control sin controles", basado más en la advertencia pública y la confianza negociada que en herramientas formales de regulación. Si bien esta estrategia evita medidas intervencionistas tradicionales, su éxito dependerá de la voluntad de los privados y de la estabilidad macroeconómica que el Ejecutivo busca consolidar.

Con la inflación aún elevada y el tipo de cambio en redefinición, los próximos meses pondrán a prueba la eficacia de este nuevo estilo de gestión política de precios. Por ahora, el sector automotor decidió acatar el mensaje oficial. Pero el margen es estrecho.