IMPSA: De la estatización fallida al nuevo intento de recuperación bajo gestión privada
En febrero de 2025, el fondo norteamericano Industrial Acquisitions Fund LLC (IAF) concretó la compra de IMPSA, marcando la primera privatización del gobierno de Javier Milei. Por unos 20 millones de dólares, IAF adquirió las acciones que estaban en manos del Estado Nacional y la provincia de Mendoza, tomando el control mayoritario de la histórica empresa metalúrgica mendocina.
IMPSA, fundada hace más de un siglo por la familia Pescarmona, fue rescatada en 2021 por el gobierno de Alberto Fernández en un intento por evitar su quiebra. La estatización se presentó como una solución frente a una deuda que entonces ascendía a 550 millones de dólares. Sin embargo, el plan no logró los resultados esperados, y la empresa continuó en crisis.
Con la llegada del nuevo grupo inversor, comenzó un proceso de transformación integral. IAF no solo desembolsó capital para hacerse con el control accionario, sino que también presentó una oferta de recapitalización de 27 millones de dólares y avanzó en la reestructuración de su pesada deuda. A principios de este año, obtuvo el aval de los principales acreedores —entre ellos organismos internacionales como el BID, CAF y bancos estatales argentinos— para encarar un nuevo Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE).
El plan de reperfilamiento de la deuda contempla el canje de la deuda elegible por nuevos instrumentos denominados en dólares, sin quita de capital. La amortización se realizará en nueve pagos anuales a partir de 2036, y se establecen intereses del 1,5% anual con un esquema progresivo que busca aliviar la presión financiera durante los primeros años del plan.
Este movimiento no solo busca dar oxígeno financiero a IMPSA, sino también relanzarla como un actor estratégico en el sector energético regional y global. La empresa cuenta con tecnología propia para generación hidroeléctrica y certificaciones clave para producir componentes nucleares. Además, su experiencia en turbinas, servicios petroleros y mantenimiento de alta complejidad la posiciona como una joya industrial con potencial exportador.
Desde el nuevo directorio destacan que el proceso iniciado es clave para sanear sus pasivos y enfocar los recursos en la modernización tecnológica y en la expansión de operaciones. IMPSA planea recuperar protagonismo en América Latina como proveedor de soluciones energéticas de alto valor agregado.
El gobierno de Javier Milei celebra esta operación como un ejemplo de cómo la inversión privada puede revitalizar sectores estratégicos de la economía. Sin embargo, el caso IMPSA también abre un debate político de fondo sobre el rol del Estado en la industria nacional: ¿es suficiente la mano invisible del mercado para sostener la industria pesada argentina, o es necesario un Estado activo que no se limite solo a vender?
Mientras tanto, la empresa avanza con el objetivo de convertirse nuevamente en un símbolo de capacidad tecnológica argentina, esta vez bajo una lógica de eficiencia empresarial y reglas de mercado.