La vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, atraviesa un momento de reconfiguración política que expone las tensiones internas en su entorno y profundiza su distanciamiento con la Casa Rosada. En las últimas semanas, se ha producido una serie de despidos en su equipo cercano, el ingreso de figuras polémicas y un acercamiento cada vez más evidente a sectores militares, incluido un exoficial acusado por crímenes de la dictadura. Todo ello configura un panorama inestable y cargado de controversia.

Purga en su equipo y tensiones con Milei

En un movimiento que generó sorpresa y especulación, Villarruel despidió a varios asesores clave, entre ellos Emilio Viramonte Olmos, secretario administrativo del Senado, además de Juan Martín Donato y Gaspar Bosch. Las causas oficiales nunca fueron explicitadas, pero fuentes cercanas a la vicepresidenta señalaron desacuerdos profundos con su mesa chica y un fracaso en la articulación con el Ejecutivo nacional como el detonante principal.

La jugada Russo: ¿distensión o nuevo eje de poder?

En este contexto, la llegada de Mario “Pato” Russo representa mucho más que un simple cambio de nombres. Russo, un operador político con experiencia en La Libertad Avanza y vínculo directo con Milei, fue sumado al equipo de Villarruel con el objetivo de reordenar el tablero y, en lo posible, recomponer puentes con la Casa Rosada. A Russo se lo menciona como el responsable de que en la campaña de 2021, el actual Presidente considere a Villarruel para su formula presidencial

El factor militar: entre la herencia y la polémica

Paralelamente a los cambios en su equipo civil, Villarruel ha reforzado su cercanía con el ámbito militar, una faceta que no sorprende dado su historial y convicciones ideológicas. Lo que sí ha generado fuerte controversia es la incorporación de Jorge Gestoso Presas, un exmilitar retirado acusado de participar en la quema de registros de nacimientos en el Hospital Militar de Salta, un acto vinculado con los crímenes del terrorismo de Estado.

Su incorporación no es casual ni aislada. Villarruel ha sido una figura central en la reivindicación de las Fuerzas Armadas desde su etapa como activista, y su padre, Carlos Villarruel, fue un general destacado durante la última dictadura. Este legado parece seguir moldeando sus decisiones políticas y su estrategia de poder, que ahora incluye respaldarse en sectores uniformados con una narrativa nacionalista y conservadora.

Un proyecto ambiguo y riesgoso

Este conjunto de movimientos configura una estrategia de alto riesgo: por un lado, busca reafirmar su liderazgo en el Senado y marcar distancia de la Casa Rosada, mientras construye una nueva base de poder con apoyo militar y figuras propias. Por otro, la suma de enemigos, internas no resueltas y figuras con pasado oscuro pueden costarle caro en términos de legitimidad y apoyo público.

El futuro político de Villarruel es incierto y se juega entre la ambición de una autonomía creciente y el riesgo de quedar aislada tanto del oficialismo como de los sectores más moderados. Su acercamiento a figuras como Gestoso Presas alimenta temores sobre un posible revival de lógicas autoritarias y remueve heridas aún abiertas en la sociedad argentina.